Albox, de la resignación a la bronca

Tic, tac, tic, tac. El tiempo pasa y Albox, como dice el tango, sigue cuesta abajo en la rodada. Nada nuevo. Cuando llegué hace 15 años ya me contaban aquellas viejas historias por las que los albojenses piensan y sostienen a día de hoy, que por ejemplo se dejó escapar la posibilidad de tener un hospital comarcal.

“No somos unidos para nada”, se escucha en los corrillos, como una especie de lamento. Como si fuera un designio divino que ha determinado que nada puede hacerse contra los elementos que se han alineado para que las cosas vayan de mal en peor.

Ese predeterminismo se parece a otra creencia arraigada en la población, y que ésta repite como un loro para justificar su propia irresponsabilidad. Es la frase justificadora de todo cuanto pasa en la vida pública; “en Albox no tenemos suerte con los políticos”, se escucha decir convencidos a quienes intercambian pareceres en las mesas de café.

No hay análisis, hay solo fe. Los políticos de Albox no son extraterrestres ni seres llegados de otras galaxias. Viven o vivieron en los barrios de otros albojenses, estudiaron en las mismas aulas y recorrieron las mismas calles. No es mala suerte, en todo caso es una mala elección a la hora de emitir el voto. Y si estos y aquellos políticos no valen, allí está la sociedad civil para crear nuevos líderes, nuevos dirigentes que persigan algo más que un sueldito. No es un problema de partidos, es un problema de honestidad. O estás con los malos o estás con los buenos. Y si los buenos no están, habrá que crearlos porque en la sociedad hay gente honesta, con verdadera vocación por la cosa pública, que se cree la historia de servir a los demás. Los malos, por más que te den un trabajito, siguen siendo los malos.

En Albox, lugar con el que me identifico y del que formo parte, se ofrece al observador una muestra fiel de todo lo peor que le pasa al país. Corruptelas en distintas escalas, tráfico de influencias, malversación del dinero público, negocios oscuros, apriete, despotismo, nepotismo y hasta el viento fascistoide que recorre Europa, sopla hoy en el municipio con un alcalde nostálgico, de otros tiempos, sostenido por quienes se suponen progresistas.

Ese alcalde legalmente aupado al poder hasta que se sepa la verdad sobre CILUS, pero con cuestionada legitimidad porque el pueblo votó otra cosa, está haciendo todo lo posible por acelerar el retroceso del municipio.

Ya no solo quita balones a pequeños niños inmigrantes o se pasa por el arco derechos como la libertad de expresión, si no que se cree con la potestad de cargarse los servicios públicos. El parque de bomberos, -hoy en el mismo punto que antes de asumir Torrecillas-, lo convirtió en un problema. Acto seguido, en vez de ponerse del lado de los padres del colegio Fenoy, se pone del lado de la Junta de Andalucía, que ha decidido cerrar la escuela. La misma Junta que habla de recortes, echa el cierre de un colegio emblemático del municipio, mientras el alcalde, al contrario de lo que cualquiera pudiera esperar, se pone del lado de la tijera y no del lado de la gente. Para eso amigo Torrecillas, hágase delegado y deje la alcaldía.

Mientras esto sucede, los ocho concejales que le sostienen, incluyendo aquella que les prometió el colegio a los miembros del AMPA, hacen mutis por el foro. Están callados la boca, escondidos detrás de una nómina por 14 pagas, mientras el hombre que envía fotos del Generalísimo a sus colegas, se mueve como un elefante en la cacharrería. Echo en falta una posición ideológica. Echo en falta una mirada coherente. Echo en falta un poco o un mucho de dignidad.

Es cierto que Torrecillas los tiene cogidos de los huevos; pero no es menos cierto que los ocho también tienen al ex presidente de Alianza Popular en un puño, en un escaño. Porque los concejales también se quejan con la boca pequeña. Unas buscan trabajo porque no se lo aguantan más. Otros pierden credibilidad allá por donde pisan o lloran porque no podrán seguir pagando la hipoteca cuando todo esto se vaya al traste, porque se irá. Pero ninguno puede salir a la calle.

Los viejos militantes y simpatizantes del PSOE putean. La obra de Rogelio Mena se ha hecho realidad y se han cargado el partido. Rogelio sueña con volver, y eso está por verse, ya que tantos viajes a cargo del erario público para visitar a su amada, le complicarán la vía judicial, toda vez que el fiscal ha visto indicios de malversación de caudales públicos en aquellos extravagantes 184 viajes a Madrid y Sevilla. La defensa de Mena en el juzgado, según cuentan en los mentideros judiciales, fue otra sobre actuación del ex secretario de ideas de Susana Díaz, que llegó a decir que fue a Sevilla a invitar a una reconocida periodista de la cadena Ser a que visitara el municipio.

En el medio de esto, hay tres investigados por desviar más de 1,5 millones de euros por obras inexistentes pero pagadas, que tienen pie y medio en la cárcel. La cosa se pone fea y pinta ir a peor.

Y mientras todo esto pasa, la gente sigue creyendo que la culpa la tiene la mala suerte que nos ha regalado esta clase política en la ruleta del casino. Pero no es así.

Si es cierto aquello de que los albojenses no somos unidos, pues unámonos contra los malos.

Si los que cobran un sueldito o un sueldazo no tienen ni pizca de dignidad, pues hagámoselo saber y al menos que se pongan colorados. Y si los políticos no sirven, en nuestra mano está poder cambiarlos.

En pleno siglo XXI, en Albox habita la cultura del miedo. Del miedo al apriete, al que no te tengan en cuenta para darte un par de meses de trabajito, a que te perjudiquen porque “yo tengo un negocio de cara al público”, otro de los axiomas que sobrevuela la población. Miedo a no recibir parte de las migajas.

Este alcalde vacilón, el que quita balones a niños ecuatorianos y expulsa periodistas con la policía, a los mismos que manda contra los comerciantes vinculados con la oposición (de la que él formaba parte hasta hace poco), sugirió la piqueta como solución al colegio Fenoy.

No quiso reunirse con los padres. Solo, según su estilo, decidió vacilarlos en el último momento, como hace con cada vecino o cada colectivo. El amante del Caudillo, actúa como lo que es; pero lo que es, no tiene cabida en estos tiempos.

Ahora los padres del Fenoy amenazan con movilizaciones y protestas. Pero esto no es un problema solo de los padres del Fenoy, es un problema de todos los albojenses. Si la gente se une, este despotismo poco ilustrado, duraría cinco minutos. Porque cuando la masa se moviliza produce cambios y caen gobiernos. Los pocos que militan en Facebook, es hora de que salgan a la calle. Los muchos que tienen miedo, no entiendo a qué le temen, ya que menos de lo que tienen, no van a tener. La lucha está a punto de comenzar y el pueblo de Albox más temprano que tarde hará tronar el escarmiento. No hay nada que perder y está todo por ganar. Hoy, como ayer, el poder está en la ciudadanía, y en una sociedad más justa las oportunidades serán para todos.

En Albox se está apagando el fuego con gasolina y eso, más temprano que tarde, va a reventar por algún lado.

Como diría el alcalde “llamad a los bomberos”.