
Desde hace dos años una familia del municipio de Albox viene solicitando al Ayuntamiento una plaza de aparcamiento para personas minusválidas, “ya que de las tres que habían, no ha quedado ninguna”, asegura Luisa Granero.
Luisa es madre de Antonio, un niño albojense de 12 años que tiene un 79 % de discapacidad afectado por una parálisis cerebral, lo que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. Los padres de Antonio, Luisa Granero y Jacinto Pérez, como no podría ser de otro modo, luchan a diario con una serie de adversidades, con el único objetivo de hacerle a Antonio, la vida un poco más fácil.
“Antonio lleva toda su vida inmerso en diversos tratamientos, uno de los cuales se lleva a cabo cada seis meses en la ciudad de Madrid”, dice su madre, para posteriormente relatar cómo solo ese hecho, motiva que “cada seis meses mi hijo tiene que ir escayolado”. “Ahora estamos a expensas de una nueva intervención cuya recuperación le obligará a llevar escayola por X tiempo”, cuenta Luisa a La Comarca Noticias, sin entender porqué desde que ha solicitado una reunión con los responsables del consistorio, hace ahora dos años, “esa reunión nunca se ha producido”, a pesar que la madre sabedora que le asiste la ley, prefiere “el diálogo como forma de entendimiento”.

Antonio va al colegio, y sus padres tienen que levantarse algo más temprano para arreglarlo a él y a sus dos hermanas, para llevarlos a la escuela. Todo lo que para nosotros es el día a día, para el pequeño Antonio es un obstáculo que tiene que salvar.
Pero a las dificultades que se tiene que enfrentar el pequeño con la ayuda familiar, desde hace dos años se ha sumado un obstáculo externo, que inexplicablemente se lo ha puesto el Ayuntamiento de Albox. “De las tres plazas para minusválidos que había en la zona, el consistorio no ha dejado ninguna”, según denuncia su madre.

Unas reformas en la zona, al parecer han sido las que han motivado tal decisión. Desde el año 2018, la familia viene solicitando formalmente al Ayuntamiento que se devuelva una plaza y se reubique de manera consensuada, que les permita aparcar el coche al que el pequeño debe subir junto a su silla de ruedas, entre otras cosas “porque la silla eléctrica no la puedo subir al coche por lo que pesa”.
Negativas, excusas y largas por respuesta, es lo único que han obtenido por respuesta; el último escrito de la familia, que vive a escasos metros del consistorio, tardaron tres meses y medio en contestarlo y porque la familia lo volvió a requerir por escrito.
Para más inri, el propio consistorio decidió colocar maceteros en la puerta de entrada de la casa de la familia de Antonio lo que hace inviable el ingreso de un vehículo, más aun cuando ese vehículo sea una ambulancia o un camión de bomberos que necesite realizar algún servicio.

Desde el Ayuntamiento les sugieren que entren por la calle de atrás, donde para ingresar a la vivienda la familia ha construido una rampa, porque por la estrecha escalera no pueden bajarle, como no sea tomado, pero el niño crece, pesa más y escayolado el peso aumenta, lo que impide que Luisa pueda tomarlo en brazos.

Tampoco allí hay plazas destinadas al aparcamiento de minusválidos, tal y como indica la normativa. Al ser estrecha, pueden verse numerosos coches estacionados, que casi no permiten en ingreso de nadie a la casa, mucho menos en silla de ruedas.
La madre de Antonio, después de dos años ha decidido hablar; explotó hace unos días cuando en medio de la lluvia tuvo que sacar al pequeño el silla de ruedas bajo el agua y cuando llegaron a la escuela, descubrió que a Antonio se le había volado la mascarilla.

La publicación en redes sociales ha provocado que numerosos vecinos le hayan mostrado su solidaridad a la madre, quien quiere agradecer las muestras de afecto. “Todos queremos tener un pueblo lindo, pero además tiene que ser accesible”, finaliza Luisa quien tiene la esperanza que se recapacite y su voz sea escuchada por las autoridades locales. Mientras realizamos la entrevista, los coches mal aparcados permanecen horas fuera del Ayuntamiento. Alguno es el vehículo de un concejal. Con esas conductas, la situación hace crecer la sensación de injusticia y falta de voluntad de hacerle la vida más fácil a los vecinos.

