
Hace dos semanas, un joven de 18 años, residente en Olula del Río, atropelló y dio muerte con una moto de 49 cilindradas a un pequeño de Macael en plena avenida Paco Cosentino.
Al parecer, según los testimonios recogidos en el lugar, el joven de origen marroquí, llevaba horas conduciendo de manera temeraria y todo acabó de la peor manera.
Luego de atropellar al pequeño de ocho años de edad, el joven se dio a la fuga, escondió la moto detrás de unos contenedores de basura (como muestra la imagen) y fue encontrado de madrugada escondido en la rambla que conecta Macael con Olula del Río. “Fue difícil de identificar”, es la información oficial que llegó a esta redacción, una manera ambigua de decir que el asesino imprudente no se encuentra en situación regular en España. “La moto era robada y tampoco tenía seguro”, afirman fuentes cercanas a la investigación que se está llevando a cabo. Otras fuentes consultadas, de absoluta solvencia, confirman que además “había pasado una temporada en el Centro de Menores de Oria y tenía abierta una orden de expulsión del país”. La tragedia podría haberse evitado si los mecanismos de control y ejecución, fueran más eficientes, es la reflexión general de los miembros de un pueblo destrozado por el dolor. La familia del detenido al parecer primero vivió en el municipio de Fines y luego, madre e hijo se instalaron en Olula del Río.
Los hechos han provocado la indignación general de los vecinos de la comarca del Almanzora; también de Purchena, donde el padre del menor llegó a presentarse como candidato del PSOE en las pasadas elecciones municipales.
“Olula es un lugar de marcha y eso atrae a muchos jóvenes a nuestro municipio”, asegura el alcalde de la localidad, Antonio Martínez Pascual. Es cierto, pero dentro de esa cantidad de jóvenes, hay un grupo conformado por chicos extranjeros y algún nacional, que traen de cabeza a las autoridades. Saben juntarse en las Cuatro Esquinas, se burlan de la policía, no respetan a nada ni a nadie. Y aunque están identificados, siguen campando a sus anchas, como relata algún vecino que prefiere el anonimato.
El Ayuntamiento quitó dos bancos, donde suelen parar, los parques cerrados a las 22 horas con candados, pero esos jóvenes siguen en la calle mientras se espera que alguien tome cartas en el asunto.
Quienes tienen que acelerar los procesos que estén abiertos, son los responsables de impartir justicia, cuya lentitud no sorprende a nadie, y tal vez ello pudiera haber evitado horroroso final del pequeño Eusebio.
Mientras tanto los vecinos se muestran preocupados y con razón. Eusebio podría haber sido miembro de cualquier familia a la que la tragedia tocara a su puerta. Esperemos que quienes tienen responsabilidades públicas, eviten tanto dolor innecesario.